Jannik Sinner y Carlos Alcaraz, el cara a cara final entusiasma a la gente del tenis: el veredicto ya está en blanco y negro.
Algunos dicen que Carlos Alcaraz no tiene rival y que está destinado a seguir los pasos de los campeones que le precedieron, es decir, Roger Federer, Rafael Nadal y Novak Djokovic. De hecho, tiene un talento increíble, aunque a la vista está que le falta un poco de continuidad.
El mismo explicó por qué hace unos días cuando, en plena Laver Cup, se ‘quejó’ de que el calendario de la Atp es demasiado ajetreado y que estos ritmos a veces afectan a su motivación. Esto no resta en absoluto majestuosidad a un tenista que, con sólo 21 años, ya ha ganado cuatro títulos de Grand Slam, dos de ellos, Roland Garros y el segundo Wimbledon, a muy corta distancia.
No le va a la zaga su colega Jannik Sinner, que «paga» sólo el hecho de haber explotado un poco más tarde que su rival ibérico. Se desquitó, eso sí, ganando dos Slams en la misma temporada, un detalle que no es en absoluto irrelevante y que confirma, por si hacía falta, que ahora que ha ascendido al trono tiene aún más hambre que antes. Difícil, en resumen, además de completamente inútil, compararlos. En lugar de cantar las alabanzas de uno en detrimento del otro, sería mejor, de hecho, disfrutar de las hazañas de ambos.
¿Alcaraz o Pecador? Fritz juzgará eso
Y sin embargo, siempre hay quien está dispuesto a meter el pico en la rivalidad entre Carlos y Jannik y aportar su propia contribución a este ya largo debate deportivo.
El último en hacerlo ha sido Taylor Fritz, que perdió la final del Us Open contra Sinner y que se hizo una idea real, por tanto, de las diferencias entre los dos campeones europeos. Habló de ello en la Laver Cup, diciendo lo siguiente: «Es difícil hacer una comparación entre los dos, en parte porque las condiciones de juego en las que me enfrenté a ellos eran completamente diferentes», admitió el estadounidense, antes de lanzarse a un examen algo más detallado.
«Tenía la sensación de que Sinner sacaba mejor, pero con Alcaraz sentí que no tenía tiempo para jugar mis golpes. Intentaba entrar en los intercambios, sentir la pelota, pero no conseguía adaptarme. Alcaraz siempre me metía prisa moviéndome de un lado a otro de la pista. Contra Alcaraz tenía menos espacio para respirar, pero claro, los dos son jugadores locos».