Jannik Sinner aprovechó el momento e hizo lo correcto: la revelación del campeón confirma lo que siempre sospechamos.
La exultación, más serena que la que siguió al punto de partido en el Abierto de Australia. El abrazo con Taylor Fritz, la mirada al cielo, el beso mundial, casi liberador, con su Anna Kalinskaya. Y, por último, las lágrimas que brotaron cuando sus pensamientos se dirigieron a su tía, tan querida para él, que no se encuentra bien.
Ver a Jannik Sinner triunfar en Nueva York y ganar su segundo Slam fue, en definitiva, doblemente emotivo. Nos llenó de orgullo, pero también de emoción, porque su forma de celebrarlo nos regaló, una vez más, una ‘fotografía’ para atesorar. La de un campeón puro y simple, nunca pagado de sí mismo. Un héroe que no siente que haya llegado, a pesar de su excepcional palmarés, sino que busca constantemente formas y estrategias para superarse cada vez más.
Dijo que no estaba del todo satisfecho, por ejemplo, con su actuación contra Taylor Fritz. Podría haber hecho dos o tres cosas mejor, dijo durante la entrevista que concedió al Corriere della Sera, y es en esas dos o tres cosas en las que trabajará a partir de ahora. Para dar más, para demostrarse a sí mismo que siempre puede hacerlo mejor.
Sinner, eso es lo primero que hizo: American doc
Y los que se preguntan cómo ha podido celebrar un tenista la conquista de su segundo torneo del Grand Slam se quedarán asombrados ante la confesión que soltó el número 1 del mundo.
Se podría pensar que ha estado de fiesta, bailando hasta el amanecer en algún club exclusivo, vaciando su mente y pasándoselo bien. Pero no. Los que le conocen saben que Jannik no es de ese tipo y que esas fiestas excesivas no son realmente su estilo. Hizo algo, si acaso, en perfecto estilo Sinner. Algo que no podría haber hecho, por su estilo de vida, en ningún otro momento.
«Me senté con mi equipo. Me comí una hamburguesa con Coca-Cola», reveló el campeón de Flushing Meadows. Quien, evidentemente, debió de sentirse como un auténtico estadounidense tras su victoria. ¿Y qué mejor manera podría haber encontrado, sencillo como es él, para celebrar su merecida y trabajada victoria de las barras y estrellas?