Sinner, sobre las acusaciones que se han vertido en las últimas horas hay muchos que están de acuerdo: la responsabilidad es prácticamente toda suya.
Todos deberíamos estar de acuerdo, independientemente de nuestra fe tenística, en que Novak Djokovic ya no es el mismo. Lo dice el hecho de que aún no haya ganado ningún título desde principios de año, pero lo confirma la forma en que abandonó el escenario del Internazionali d’Italia. Sin oponer resistencia, algo que siempre ha hecho y que, de hecho, le ha distinguido desde el momento en que entró en el circuito profesional.
Una parábola objetivamente descendente, la suya, cuyas razones podrían ser varias y diversas. Algunos culpan al factor edad: es cierto que Nole ya no es un jovenzuelo, pero no puede decirse que no esté increíblemente en forma. De hecho, lo está más que los campeones que hacen locuras en la pista en estos momentos. Otros creen que separarse de Goran Ivanisevic fue un error imperdonable y que, sin él al timón, el «barco» de Djokovic está a merced de las olas.
Incluso esta explicación, a decir verdad, deja mucho que desear. El periodo negativo del serbio comenzó incluso antes de la despedida de su entrenador de toda la vida, por lo que sus actuaciones no pueden atribuirse única y exclusivamente a este distanciamiento, que sin duda no ha ayudado a su situación. Luego está el análisis de Paolo Bertolucci, tan despiadado como plausible, aparecido en el editorial que el ex tenista escribió para la Gazzetta dello Sport.
Djokovic en una encrucijada: el pecador está implicado
«Muy diferente (del de Rafael Nadal, sobre el que había escrito poco antes, ed) el revés de Djokovic, un jugador que ayer se mostró con frecuencia arrogante, poco respetuoso con el adversario y el público, nervioso como pocas veces en su carrera. Si el problema fue su estado físico, sólo tiene culpa de sí mismo. «
«Desde que le metió mano a su equipo -añadió Bertolucci-, primero divorciándose de Ivanisevic, luego desbaratándolo por completo, y desde que fue sometido por Sinner, el serbio no ha sido capaz de cuajar un buen partido. Era lógico esperar que estuviera en mejor forma después de dos semanas de duro trabajo. Faltan dos semanas para Roland Garros, pero la situación es mucho peor de lo que cabía esperar. Del gran campeón que es, debería haber recordado que público y adversario siempre merecen una actitud diferente.
Por lo tanto, una parte de la responsabilidad también recaería en Jannik, quien, de hecho, ha conseguido meterle en problemas en repetidas ocasiones durante los últimos meses. Y quién sabe cómo reaccionará Nole, si el italiano consigue arrebatarle el número 1…