Pecador, las cámaras mostraron algo impactante e inesperado: los pillaron a los pocos minutos.
Hasta ahora ha sido necesario utilizar el tiempo condicional y hablar de ello de forma hipotética. Porque de eso se trataba, al menos al principio. Luego, poco a poco, pista a pista, quedó claro que quien primero dio la voz de alarma e insinuó que podía haber ternura entre el tenista Jannik Sinner y su colega rusa Anna Kalinskaya había tenido razón.
En Miami seguía con su novia de toda la vida Maria Braccini, pero tras el viaje estadounidense algo debió de cambiar. Los primeros rumores informaban de que los dos tenistas se encontraban, curiosamente, en el mismo club de Turín, mientras el italiano estaba en la ciudad del Topo para tratarse sus problemas de cadera. Se habló entonces del collar que ella lucía en la pista como un regalo del tirolés del Sur, pero la pista que más nos ha convencido de la veracidad de esta teoría se remonta a la semana pasada.
Ya antes de partir hacia París, durante su estancia en Montecarlo, Sinner había posado para una foto con un admirador: sostenía su smartphone y, en la pantalla, destacaban las palabras Anna. Finalmente, las fotos de la cena en la capital francesa fueron galeotes: ella se permitió una copa de vino, él no, y miró circunspecto a su alrededor por miedo a que alguien pudiera verle. Se sentía incómodo, pero allí estaba, con ella, a la luz del sol y a poca distancia.
Pecadora, Anna Kalinskaya también está en las gradas
Y parece claro, ahora que el cuadro está completo, que pretende comportarse con Kalinskaya de forma muy diferente a como lo hizo en su relación con Braccini.
Maria nunca se dejó ver con él, excepto en San Siro el año pasado. Ella siempre estaba lejos con el tenista, pero tenía que haber un acuerdo entre ellos para evitar en lo posible a los paparazzi y los cotilleos. Ahora, aunque el romance con la bella Anna es reciente, sorprendentemente, hace unas horas, ella ya estaba sentada en la grada mientras Jannik jugaba.
Las cámaras fueron implacables y la pillaron in fraganti, aunque está claro que no tenía intención de esconderse. Mientras María, por lo que se rumoreaba, se había abrigado en Miami para no perderse la final del Masters 1000 pero para evitar, al mismo tiempo, que nadie la reconociera. Un amor a la luz del día, pues, pero todavía, a falta de confirmación oficial, sólo presunto.