Djokovic, sólo lo mejor para el número 1 del mundo: hasta en lo inmobiliario quiere estar en lo más alto.
Marbella, Montecarlo, Belgrado. Novak Djokovic posee varias propiedades y tiene una base segura en cada uno de sus lugares favoritos. En su ciudad natal, donde suele ir a disfrutar de la compañía de sus padres, en España, donde se refugia en el poco tiempo libre que puede pasar con su mujer y sus hijos. Y, por último, al Principado de Mónaco, donde se entrena como muchos otros colegas del gran circuito.
No todo el mundo sabe, sin embargo, que el número 1 del mundo posee también una residencia de lujo en Nueva York, donde se aloja, por supuesto, cuando, al final del verano, la caravana del tenis se traslada a la Gran Manzana para disputar el tercer Slam del año. Allí acude, junto al resto de su tripulación, coincidiendo con el Us Open, el torneo que ha ganado en cuatro ocasiones pero del que, eso sí, aún no está saciado.
De hecho, posee dos casas en la ciudad que nunca duerme, no sólo una. Se trata de dos áticos adyacentes, pero no conectados, en el mismo complejo de lujo. Hablamos del 565 Broome SoHo, el majestuoso y elegantísimo edificio diseñado por el renombrado arquitecto Renzo Piano, que se alza en todo su esplendor en el magnífico skyline neoyorquino.
El ático de Djokovic en Nueva York le dejará sin aliento
La superficie total de los dos pisos asciende a 2 mil metros cuadrados, pero Nole aún no ha derribado el muro que los separa. Una señal de que evidentemente quiere que el límite entre los dos áticos permanezca.
Las dos residencias tienen, sin embargo, características arquitectónicas muy similares. Ambas tienen suelos calefactados de roble blanco y encimeras de piedra de lava Basaltina. Los muebles están hechos a medida, al estilo parisino, y los grandes ventanales ofrecen unas vistas impresionantes del horizonte de la Gran Manzana. Dos joyas finamente acabadas que, eso sí, son más que dignas de un campeón de su calibre.
El edificio se completa con diversas zonas comunes, una piscina comunitaria y varias terrazas desde las que disfrutar de una panorámica incomparable. Todo ello, como es fácil adivinar, tuvo un coste bastante elevado. Nole compró los dos áticos cuando el complejo aún estaba en construcción y se gastó 11 millones de dólares para asegurarse estos dos áticos de ultralujo en Nueva York. Nada que no pudiera permitirse, por supuesto, después de haber ganado lo imposible y de haber ganado, como resultado, un montón de dinero.