Berrettini y Sinner tendrán que hacerle un hueco: se debe la invitación de última hora, tras las declaraciones que hizo en Roma.
El cielo ya no es azul sobre Roma. No queda ni un solo italiano en la competición y el público local, por razones obvias, está inconsolable. Podría haber sido mejor. Definitivamente mejor. Si Jannik Sinner no hubiera renunciado por sus problemas de cadera, muy probablemente estaríamos contando una historia diferente en todos los aspectos a la que les estamos contando ahora. Pero que así sea.
Hay que reconocer, sin embargo, que los italianos de la carrera lucharon con honor y que algunos de ellos lo dieron todo. Por ejemplo, Luciano Darderi, que llegó hasta octavos de final y jugó dos grandes partidos antes de que Sascha Zverev lo eliminara. Stefano Napolitano, que fue apeado por Nicolas Jarry y, tras ganar un set, estuvo a punto de alcanzar los octavos de final en el Internazionali di Roma.
Incluso en ausencia de los dos pupilos de casa, Jannik y Matteo Berrettini, el Bel Paese estuvo sin embargo bien representado. Y de ello se dio cuenta hasta el propio Zverev, que al final del partido que le valió el acceso al antepenúltimo escalón del torneo rompió una lanza, más de una, a favor del tenis italiano
Berrettini y Sinner, se necesita un sitio más en la mesa: vienen invitados
Primero comentó la actuación de su rival del domingo, Darderi, haciendo una comparación muy halagadora: «El tipo saca a 225 km/h y golpea su derecha con la misma fuerza que Berrettini, así que me recordó un poco a él. Es joven, está en alza».
A continuación, una reflexión general sobre el vivero italiano: «No sé qué comen los italianos», comentó el de Hamburgo, evidentemente asombrado por el talento y la tenacidad de los compañeros de Sinner, «pero parece que hay mucha gente joven y muchos grandes jugadores, Darderi es sin duda uno de ellos.
Por tanto, harían bien, Matteo y Jannik, en sumar un puesto en la tabla». Parece obvio que el fortísimo Sascha quiere darse un festín junto a todos ellos y que él también quiere «saborear» las recetas secretas del éxito del tenis italiano. Y una invitación a almorzar con especialidades locales, ya se sabe, no se le niega a nadie. La hospitalidad por encima de todo.