Matteo Berrettini, el depósito ya está vacío: oscuridad tras el Us Open, el arrebato del romano es un puñetazo en el estómago.
No cruzó el océano confiando en un milagro. Matteo Berrettini es muy consciente de que no es, de momento, el jugador top ten que hasta hace un tiempo competía a todos los efectos por ganar un Slam. Pero tampoco es el último. Es un tenista que ha sabido reinventarse, que ha conseguido sacar algo bueno de entre los escombros. Conseguir tres títulos en una temporada en la que ha jugado poco más de 20 partidos.
Un campeón extremadamente lúcido y racional que, cuando todo parecía estar en su contra, recompuso trabajosamente todas las piezas, una tras otra, para no renunciar a su sueño. Muchas veces pensó en hacerlo, pero cada vez desistió. E hizo lo correcto, en retrospectiva, al haber conseguido demostrar que aún podía ser muy competitivo, a pesar de todas las lesiones -y desgracias- acumuladas en los dos últimos años.
El último golpe, casualmente, le llegó hace justo un año. Tras un Wimbledon como un león (Carlos Alcaraz le había frenado en octavos de final), había llegado al cemento americano con demasiadas incertidumbres. Se esforzaba, sin embargo, pero en pleno partido de segunda ronda su tobillo cedió, obligándole a rendirse. Ahora nos enteramos, aunque podíamos haberlo adivinado, de que fue un momento muy doloroso para Matteo.
Berrettini y esa confesión inesperada
La lesión que sufrió en Flushing Meadows inauguró de hecho un larguísimo parón, que duró desde agosto hasta marzo. «En ese momento pensé por primera vez: no sé si tengo energía para volver a empezar», reveló Berrettini en las últimas horas, rememorando la “oscuridad” de 2023 en vísperas del inicio de su viaje a la Gran Manzana
Un par de meses después había hecho oficial que se despedía de su entrenador de toda la vida, Vincenzo Santopadre, pero aún tardó en volver a los terrenos de juego y empezar a ganar de verdad. Ahora es un hombre nuevo y se nota no sólo en el hecho de haber ganado tres títulos en un puñado de meses, sino también en sus declaraciones.
«La palabra más bonita para mí hoy es equilibrio», dijo, añadiendo que “éste es un año de reconstrucción, pensaré en jugar mi mejor tenis y en emocionarme en la pista”. Y en emocionar a los aficionados con su martilleo, claro. Porque puede que haya pasado un año desde la última vez que jugó un Slam sobre cemento, pero algunas cosas nunca cambian.
