Berrettini, una carga menos que llevar sobre los hombros: eso es ahora todo lo que el martillo romano tiene en la cabeza.
Dentro de unas semanas se cumplirán exactamente seis meses desde la última vez que Matteo Berrettini pisó una pista de tenis para jugar un torneo de la Atp. Era agosto, estaba en Nueva York y luchaba por acceder a la tercera ronda del Slam de las estrellas. Tercera ronda a la que, como sabemos, nunca llegó.
Mientras jugaba contra el francés Arthur Rinderknech, el tobillo del romano se torció. A partir de ese momento, comenzó un verdadero calvario. Desde luego, no era la primera lesión de su carrera -el finalista de Wimbledon 2021 tiene un historial bastante problemático en este sentido-, pero no esperaba estar tanto tiempo fuera de combate. Lo cual no es bueno ni para el cuerpo ni, mucho menos, para el espíritu. Sobre todo porque cada vez que está a punto de volver, su pie vuelve a dar guerra y le obliga a posponer su regreso.
Ahora, en teoría, Matteo podría estar por fin listo. Sólo que en este momento, con los seis meses de ausencia del circuito ya en el horizonte, podría ser paciente un poco más. Pasado ese tiempo, podría aprovechar la clasificación protegida y ascender sin esfuerzo: partiría del puesto 35 de la clasificación Atp, lo que le daría una ventaja nada desdeñable en las próximas pruebas en las que participará.
Berrettini se deshizo de ella: una carga menos
No es que a Berrettini le guste ganar fácil, ojo. Pero si algo necesita ahora mismo es creer en ello. Creer que todo, después de que todo se haya venido abajo, puede ir un poco mejor de lo que ha ido hasta ahora.
No se fija grandes metas. Todas son muy realistas, de hecho, porque sabe bien, el martillo romano, lo difícil que será volver a jugar después de esta larguísima ausencia. «El objetivo principal», declaró a la Gazzetta dello Sport al margen de la reunión con Mattarella, «es dejar de tener estos parones que me están matando, no sólo físicamente, sino sobre todo mentalmente».
Tengo buenas sensaciones para el futuro», añadió tranquilizando a la afición, «es el momento en el que siento menos presión en años, sólo pienso en divertirme y no en el resultado. Me siento bien aunque todavía no esté al cien por cien, pero tranquilos: nos vemos en el campo». La referencia no demasiado velada a la presión a la que se ha visto sometido a lo largo de los años dice mucho de lo mucho que ha sufrido por el peso de las expectativas y las críticas que ha recibido. Y quién sabe, quizá al final, una vez que haya vuelto a saborear su libertad, este parón le haya servido para resetear su cerebro y empezar de nuevo a toda velocidad.