Marruecos-España es más que un partido, las historias de ambos países se han entrelazado a menudo a lo largo de los siglos. Y hoy se temen enfrentamientos.
Sólo un puñado de kilómetros -14 para ser exactos- separan España de Marruecos. El Estrecho de Gibraltar, que los antiguos llamaban las «Columnas de Hércules» -en su época se consideraba el límite del mundo conocido-, impide que el continente africano se una a Europa. Una separación que, sin embargo, nunca ha impedido que los dos países -o, mejor dicho, los dos pueblos- se hayan contaminado mutuamente a lo largo de los últimos siglos. Y no es casualidad que sus historias estén mucho más entrelazadas de lo que podría pensarse. Historias a menudo muy tensas, como entre dos vecinos que apenas se soportan. El partido de esta tarde en Qatar, valedero para los octavos de final de la Copa del Mundo, no hará más que reavivar una rivalidad que tiene raíces muy profundas, incluso más que milenarias.
En definitiva, el España-Marruecos, por razones históricas y geopolíticas sobre todo, nunca puede ser un simple partido de fútbol, como se dice en estos casos. Lo sabe bien la policía española, en alerta permanente desde que la última jornada de la fase de grupos de Qatar 2022 hizo oficial el emparejamiento. El riesgo es que se produzcan disturbios y vandalismo, en la línea de lo ocurrido hace una semana en Bélgica. De hecho, existe una gran comunidad marroquí en suelo ibérico y, por consiguiente, también en las principales ciudades. Especialmente Barcelona, donde las tensiones sociales son bastante frecuentes.
Marruecos-España es más que un partido, dos «vecinos» a menudo pendencieros
Al abrir los libros de historia, uno se da cuenta de que, aunque no hubo una verdadera guerra, tampoco hubo unas cuantas «escaramuzas». Y, por desgracia, también sangrientas. Empezando por la invasión del Califato Omeya, una dinastía árabe que hace 1300 años llegó a controlar todo el norte de África -en cierto modo los «antepasados» del actual Marruecos-, en la Península Ibérica, conquistada casi de arriba abajo. Su dominio sobre «al-Andalus» (de donde deriva el nombre de la región, Andalucía) no terminó hasta ocho siglos después, tras la famosa Reconquista llevada a cabo por los gobernantes cristianos contra los reinos musulmanes moros. España invadió entonces el territorio, apoderándose también de Ceuta y Melilla, que siguen siendo ciudades autónomas españolas en la actualidad y, por tanto, motivo de fricción entre los dos países.
Por no hablar, finalmente, del asunto del Sáhara Occidental, que siguió siendo español hasta los años setenta. Actualmente es un territorio en disputa, reclamado tanto por Marruecos como por las tropas independentistas del Frente Polisario. No, por todas estas razones el España-Marruecos nunca podrá ser sólo un partido de fútbol.