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El adulador de Berrettini: todo el mundo se ha dado cuenta

by Michael

El gesto de Matteo Berrettini no pasó desapercibido: le pillaron con las manos en la masa, no tiene sentido intentar ocultarlo.

Hermanos de Italia, hermanos de Davis. Hermanos de azul y sueños de gloria. Jannik Sinner y Matteo Berrettini son esto y mucho más, y el encuentro de Bolonia, en este sentido, no hizo sino confirmar lo que ya habíamos entendido en parte en los últimos meses. Es decir, que entre los dos tenistas existe, a estas alturas, un vínculo que va mucho más allá del simple hecho de compartir la pasión por el mismo deporte.

La filmación, durante la fase de grupos de la Copa Davis, no hizo más que confirmarlo. Entre el romano y el surtirolés existe una sinergia extraordinaria, un entendimiento que, hasta hace algún tiempo, no creíamos en absoluto posible. Al menos hasta que se pensó que los dos campeones del Bel Paese eran adversarios de principio, rivales en sentido absoluto.

Con el tiempo, sin embargo, descubrimos que Jannik y Matteo siempre han estado ahí el uno para el otro. Berrettini ha sido fundamental en el crecimiento de Sinner y el actual número 1 del mundo ha sido muy importante, por su parte, en el momento en que el romano tocó fondo. También es gracias al campeón del Us Open, de hecho, que hemos presenciado el regreso a las pistas del antiguo número 6 de la clasificación Atp. No es de extrañar, pues, que parezcan tan increíblemente cercanos.

Se enfrentó a Berrettini: hizo como Sinner

Los abrazos y abucheos que intercambiaron en Bolonia en los últimos días, adonde Jannik acudió como mero espectador y seguidor del Italtennis, lo confirman. Pero otro detalle más nos ha convencido de la singularidad de la relación que une a los dos tenistas más queridos de la Bota.

En el último acto de la fase de grupos de la Copa Davis, Berrettini se impuso a Botic Van de Zandschulp en una remontada, como sabrán los aficionados. Y el gesto de Matteo al final del partido no pasó desapercibido, aunque sólo fuera porque las cámaras se detuvieron deliberadamente en él.

El romano «imitó» claramente a su amigo de San Cándido, entregándose exactamente a la misma exultación que desde hace tiempo se ha convertido en una obligación para el número 1 del mundo. Se quedó quieto, inmovilizado durante unos segundos, igual que nuestro Pecador, y luego se regocijó y disfrutó, por fin, de su merecido éxito. Un testimonio de estima que nadie, quizá ni el propio Jannik, habría esperado jamás. Porque la imitación, ya se sabe, es la forma más sincera de adulación.

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