Jannik Sinner se mostró esquivo y eso sólo puede significar una cosa: así es como el número 1 del mundo puso nervioso a todo el mundo.
Jannik Sinner y Carlos Alcaraz estaban en primer plano, dándose deportivamente el puño en lugar de los cinco habituales. Detrás de ellos, los tres grandes, simbolizando el pasado que dejaba espacio y escenario, como debe ser, para el futuro. Un manifiesto, el de Wimbledon 2023, que no fue del agrado de todos, pero que hoy parece profético a la enésima potencia.
Sabíamos que el ibérico y el italiano estaban destinados a grandes cosas, pero no imaginábamos que pudieran llegar a monopolizar, en cierto modo, el Tour. El hecho de que se hayan repartido los cuatro Slams del año es indicativo, sin embargo, de que ahora mismo no hay ninguno para nadie más y de que desbaratarlos puede ser más difícil de lo que se piensa. Y que los aspirantes a campeones tendrán que esforzarse bastante, en vista de ello, para desbancar a los nuevos reyes del tenis mundial.
No todo el mundo está seguro, sin embargo, de que esta «hegemonía» vaya a durar mucho tiempo. Hay quienes piensan, de hecho, que es demasiado pronto para hablar y especular sobre lo que podría ocurrir de aquí en adelante. Y es precisamente el número 1 del mundo, orgullo de toda Italia, quien está convencido de ello, como se desprende de la forma en que habló del dualismo con Alcaraz en una entrevista concedida al Corriere della Sera hace unos días.
Sinner-Alcaraz, sálvese quien pueda
Cuando el periodista comentó que el reparto equitativo de los Slams de 2024 podría haber sancionado oficialmente el fin de la era de los Tres Grandes, Jannik se lanzó a un examen sorprendentemente lúcido y racional
«Esperemos a decir que ha comenzado la era de los Dos Grandes: una temporada no es suficiente. Estoy contento de formar parte de este potencial quién sabe qué, pero nunca se sabe lo que pasará, hay tantos jugadores que pueden hacerlo bien. Es inútil hablar de ello ahora. Djokovic, por ejemplo, ganó lo último que necesitaba en los Juegos Olímpicos y está muy motivado para el futuro. Pero es bonito ver a nuevos jugadores en el candelero, nuevos campeones y nuevas rivalidades. Con Carlos nos presionamos mutuamente -continúa Sinner-, nos hacemos mejores los unos a los otros. El trabajo nunca termina, continúa».
El Jannik de siempre, admirable, en definitiva, que nunca excluye ninguna posibilidad y siempre está dispuesto, de hecho, a todo. Incluso para manejar lo inesperado. Sabio como pocos y amante de los retos. Sobre todo los que parecen imposibles pero para él nunca lo son.