Nada nuevo para Matteo Berrettini, todo ha sucedido antes: fotocopia perfecta, increíble pero cierta.
El destino había estado en su contra, durante la ceremonia del sorteo de Wimbledon. Matteo Berrettini ya se había enfrentado a Jannik Sinner en la segunda ronda y, a pesar de una actuación impecable, no le tocó el pase a la siguiente ronda del Slam británico. Lo que hay que lamentar es precisamente esto, que su racha se haya interrumpido mucho antes de tiempo, a pesar de que el romano merecía llegar mucho más lejos y hacer una verdadera carrera hacia el título.
Esperábamos esta otra oportunidad, pero a decir verdad, el sorteo del Us Open tampoco fue demasiado benévolo con él. Aparte de una primera ronda potencialmente a su alcance, Berrettini tendrá que hacer grandes números a partir de la segunda ronda si quiere avanzar en el Major de las barras y estrellas. Si, como esperamos, vence al zurdo Albert Ramos-Vinolas en su debut en Flushing Meadows, podría estar esperándole uno de los cabezas de serie más insidiosos del cuadro principal.
Un reto de jefe, si se quiere, teniendo en cuenta que Taylor Fritz, su hipotético rival, es también testimonial para la marca alemana que viste a Matteo de pies a cabeza. Desafiante, sin duda, pero no imposible, sobre todo si, como sin duda espera el entrenador Francisco Roig, Berrettini será capaz de poner a buen uso el trabajo realizado juntos en el lado izquierdo de la pista.
Berrettini, el camino es cuesta arriba pero nada es imposible
Mirando más allá, en tercera ronda, salvo que la realidad desbarate todos los pronósticos, hay muchas posibilidades de que se enfrente entonces al francés Ugo Humbert. Hipotéticos octavos de final, de nuevo, contra Casper Ruud, al que el italiano conoce muy bien, pues ya se ha enfrentado a él en siete ocasiones. Sería una batalla para nada previsible, teniendo en cuenta que Matteo ha ganado en cualquier caso tres de estos desafíos contra el noruego.
Los cuartos de final, sobre el papel, también podrían ser muy duros. Berrettini podría toparse con Alexander Zverev o Holger Rune -quien le eliminó en primera ronda en Cincinnati- y, en caso de avanzar, se encontraría ante un rival al que no se ha enfrentado en tres años. Sería un déjà-vu de nuevo, teniendo en cuenta que al otro lado de la red estaría, salvo cambios, Novak Djokovic, contra quien Matteo jugó por última vez en Nueva York, poco después de la mágica final de Wimbledon.
Y como soñar es gratis, en un posible acto final el romano podría batirse en duelo contra uno entre Jannik Sinner y Carlos Alcaraz. Al fin y al cabo, sólo falta que demuestre que El Martillo ha vuelto definitivamente y que poco importa que juegue sobre hierba o cemento, porque un martillo es un martillo en todas partes.