Sinner, eso lo explica todo: ahora está claro. Eso es lo que pasó y por qué lo hizo el tenista azul.
Deberíamos estar acostumbrados a su pensamiento fuera de la caja. Que en realidad no es pensar fuera de la caja. Simplemente, es muy raro que un chico de su edad, lleno de dinero y en el momento dorado de su carrera, esté tan bien anclado al suelo. Que no haga vuelos de fantasía, sino que siga siendo lo que siempre fue.
Y sin embargo, cada vez que Jannik Sinner nos da una muestra de su sencillez y autenticidad, no podemos evitar quedarnos embelesados. Increíbles, incluso. Porque es insólito, precisamente, lo que hace, lo que dice. Y también nos pareció insólita la forma en que reaccionó ante su primer título de Slam, cuando en Melbourne logró eliminar a Daniil Medvedev en cinco, fantásticos, sets. Se tumbó en el suelo, disfrutó unos instantes de la sensación de haber llegado y luego todo volvió a ser como antes. Y parecía, después, que casi no podía entender el revuelo generado por aquel éxito en el país de los canguros, precisamente porque nunca levantó cabeza.
Ahora entendemos por qué. Ahora que lo ha contado todo, sabemos por qué. Y una vez más, nos ha sorprendido con unas palabras que van directas al corazón y que ponen de relieve su normalidad, que es tanto más extraordinaria en un contexto que a veces no es nada normal.
Pecador, son esas cosas las que al final se quedan contigo
En Indian Wells con él esta vez no es el equipo completo. De los dos entrenadores, sólo está Darren Cahill, que sustituyó a Simone Vagnozzi para que éste también pudiera desconectar durante un tiempo. Luego están el fisioterapeuta Giacomo Naldi, el entrenador Umberto Ferrara y el padre Hanspeter, que cocina para todo el equipo en la casa californiana alquilada para la ocasión.
«Los éxitos son bonitos», señala Jannik cuando se le pregunta cómo es vivir con el resto del equipo, «pero duran un momento. Inmediatamente después vuelves al trabajo, cabizbajo, y por eso es importante hacerlo con las personas adecuadas, porque son con las que pasas más tiempo, todo el año. Ahora tengo a papá aquí conmigo, que nos cuida y nos hace comer bien».
También está Darren, el hombre bonachón del grupo, con el que Sinner ha congeniado desde el principio: «Es un gran activo para el equipo», dijo tras la victoria contra Kokkinakis, «es una persona humilde y amable, como mi padre, y es agradable tenerle con nosotros». Y estas, al final, son las cosas que quedan.