Sinner prefirió driblar el tema y lo hizo con bastante habilidad: ahora hay un misterio que desentrañar.
Hace ahora dos años, era un juego de adivinanzas saber sobre quién recaería finalmente la elección de Jannik Sinner. El sudafricano buscaba un superentrenador y había muchas conjeturas sobre la mesa. Sin embargo, a nadie se le había ocurrido que cierto australiano, que ya sabía un par de cosas sobre campeones, podría estar en la carrera por el puesto.
El de San Cándido, como es bien sabido, no recurrió ni a John McEnroe ni a Boris Becker, que también parecían figurar en la lista de candidatos. En su lugar, optó por Darren Cahill, que ahora se sienta en su palco junto a Simone Vagnozzi y que, esto está a la vista de todos, ha contribuido de manera indispensable al ascenso del campeón italiano. No sólo en el plano «técnico», sino también en el del ambiente dentro del equipo. Es él, según Sinner, quien infunde calma y serenidad detrás del vestuario. Es a él a quien recurre cuando necesita confianza y tranquilidad.
Darren sabe cómo hacerlo. Cómo tranquilizar a un tenista que necesita, de vez en cuando, parar y tomar aliento, no sea que el ritmo frenético del circuito le aplaste. Lo mismo hizo, por otra parte, en tiempos de Andre Agassi, el ex número 1 del mundo que se sirvió, en su momento, de la inestimable ayuda de Cahill. Y que, bajo su dirección, logró ganar un Slam a la venerable – deportivamente hablando – edad de 32 años. Muchos perciben cierta similitud entre Sinner y Agassi, aunque Jannik es un jugador completamente distinto al antiguo pupilo de Darren.
Sinner como Agassi, pero las sorpresas aún no han terminado
«Antes de Roland Garros», declaró el italiano a La Gazzetta dello Sport, «también estudiamos el revés de Agassi, sabía hacer de todo con ese golpe, pero acercarse a él es demasiado difícil. Andre está a otro nivel», dijo, con su habitual humildad, «se puede aprender mucho de campeones como él».
Cuando se le preguntó, entonces, qué objetivos persigue a nivel técnico, su respuesta fue la siguiente: «Mi juego es cada vez más rico -son sus palabras-, pero no puedo revelarlo todo en un partido». El trabajo entre bastidores, como esquivó hábilmente la pregunta, se tiñó de amarillo, pero eso significa que Sinner aún no ha desplegado todo su repertorio y que todavía nos esperan muchas sorpresas en las próximas semanas.