Sinner y Leclerc, eso es lo que tienen en común el tenista del Tirol del Sur y el piloto de carreras monegasco.
No existe una fórmula ganadora. No hay ningún ingrediente que garantice el éxito. Si no, todos seríamos jugadores de élite. Es la dedicación, el espíritu de sacrificio y la fuerza de voluntad, combinados por supuesto con el talento y la predisposición para un deporte concreto, lo que convierte a un deportista en un campeón capaz de coleccionar éxitos, títulos y trofeos.
Cada atleta, sin embargo, alberga un secreto. Que no es necesariamente algo aleatorio. Para algunos es un ritual supersticioso, para otros son esposas y novias, madres y padres, hermanos y hermanas. Al parecer, Jannik Sinner también tiene un pequeño secreto que puede haber marcado la diferencia en su proceso de crecimiento. Si alcanzó el cuarto puesto en la clasificación mundial y se quedó a las puertas de la copa en las Finales, se lo debe a su abnegación y a todas las horas pasadas en la cancha y en el gimnasio, pero no sólo.
Desde hace algún tiempo, como ha revelado la Gazzetta dello Sport, el tenista del Tirol del Sur ha decidido ver aún más claro. Ha decidido combinar dos de sus grandes pasiones, los coches y la Fórmula 1, y cultivar un interés totalmente nuevo que puede haber marcado la diferencia en sus últimas actuaciones.
Sinner, no sólo músculos: la cabeza llena
Sinner se ha interesado recientemente por el funcionamiento del cerebro, motivo por el que empezó a trabajar con la Fórmula Médica del médico deportivo Riccardo Ceccarelli. Se acercó a él cuando entrenaba con Piatti, en cuya academia se había instalado un Gimnasio de Economía Mental en 2021.
Se trata», explica la Gazzetta dello Sport, «de asesoramiento-colaboración psicológica, científica y mental: gestionar la tensión y los momentos de dificultad, conocer el propio cerebro, mantener la concentración, controlar las emociones durante las competiciones. Todo se lleva a cabo a distancia, con joysticks y ordenadores, mediante la creación de situaciones que permiten al joven percibir las emociones. La filosofía subyacente es sencilla: el cerebro cuenta tanto como los músculos.
¿Será gracias a estos nuevos conocimientos que Sinner fue capaz de anular tres puntos de partido contra Novak Djokovic en la Copa Davis y darle la vuelta a un partido que parecía acabado? ¿Será éste el secreto de la repentina ‘explosión’ del mítico Jannik?
